Los Camellos de Timanfaya
El Parque Nacional de Timanfaya es sin duda una de las atracciones turísticas más asombrosas del mundo. Es el único Parque Nacional donde la ausencia de plantas y animales es la característica más destacada.
Solo las criaturas y plantas más resistentes logran sobrevivir en este paisaje lunar del Malpais, en estos desolados campos de lava solidificada. La lacerta atlántica, un pequeño lagarto, parece ser la única especie que disfruta de este asombroso terreno. Otros animales como los ratones y los conejos, que habitan en otras partes de la isla pueden verse ocasionalmente en este Parque Nacional. Algunos pájaros vuelan por el Malpaís, pero su presencia se considera accidental y limitada solo a las zonas donde hay escasos afloramientos de vegetación.
A pesar de la desolación una excursión a la todavía activa Montaña de Fuego en lomos de un camello resulta inolvidable.Los camellos, hay que admitirlo, nunca han disfrutado de una buena prensa. Y algunos turistas dicen que la variedad que ofrece Timanfaya hace muy poco para mejorar su imagen. Sin embargo, éstas expediciones en camello por el Malpaís de Lanzarote proporcionan una atracción más mientras uno admira el paisaje.
Uno se da cuenta pronto porqué a los primeros astronautas se les enseñaron fotografías del Parque para indicarles el aspecto que podría tener la luna. Tampoco es de extrañar que varias películas espaciales se hayan rodado en esta zona. Este sitio es, al mismo tiempo, romántico y extravagante y merece la pena verlo aunque haya que aguantar el dolor en el trasero producido por la primitiva silla de madera atada a la joroba del camello. El paseo es corto y una vez terminado se continua la excursión entrando en el Parque Nacional.
Ahí, en la cumbre, los guías demuestran las pavorosas temperaturas de 400 C solo a varios centimetros bajo tierra. Los vapores salen despedidos de las tuberías cuando se les arroja agua y si se arroja paja, ésta estalla inmediatamente en llamas. Por otro lado, en el restaurante en la cima de Timanfaya se cocina la comida sobre una parrilla abierta sobre el calor natural del volcán.
Un paseo por el interior de Timanfaya deja a cualquiera anonadado. A medida que se avanza, el viaje adquiere una naturaleza irreal. La carretera serpentea a través de un paisaje de campos de lava y cráteres lanzados al aire por el endiablado vientre de la tierra. Las ondulaciones del paisaje lunar, las varias formas de lava y las repentinas curvas en la estrecha carretera que penetran en el Parque dan la impresión de que en el siguiente rincón algo extraño y sorprendente va a ocurrir. Y si de repente apareciese un dinosaurio o cualquier animal prehistórico seguramente no le haría ni parpadear, porque es precisamente lo que se supone que debiera aparecer.